La forma más eficiente y económica de calefactar un hogar es mediante suelo radiante. Es el sistema de calefacción más limpio, silencioso, confortable y saludable que existe, tanto es así, que es el único aconsejado por la Organización Mundial de la Salud.
Su uso no reseca el aire ni las mucosas nasales y no levanta los ácaros del polvo, hecho que hace su instalación es muy recomendable en hospitales, guarderías o residencias de ancianos.
El suelo radiante está constituido por una red de tuberías uniformemente esparcida y enterrada bajo el pavimento. La temperatura a la que el agua fluye por su interior es moderada, de 35 a 45 ºC, a diferencia de los 70 – 90 ºC de los sistemas que utilizan radiadores.
Al distribuirse el calor por el agua se consigue un gradiente de temperaturas ideal para el confort humano, manteniendo los pies calientes y la cabeza fresca.
Este gradiente de temperaturas favorece el ahorro energético. Con los sistemas de calefacción habituales el aire caliente tiende a situarse cerca del techo, cuando la mayor necesidad térmica se encuentra en la parte inferior de las habitaciones. Calentando la superficie se cubren estas necesidades sin tener que calentar el aire del techo innecesariamente y ahorrando energía.
El hecho de trabajar a baja temperatura no reseca el ambiente ni las mucosas nasales, y la baja velocidad en que se eleva el aire calentado no levanta polvo ni microorganismos.
Los captadores térmicos no pueden generar agua caliente todos los días ya que están sujetos a las incidencias climáticas, así que el sistema tendrá que basarse en una caldera de alto rendimiento o una bomba de calor que aporte el calor requerido para toda la instalación. Los captadores funcionarán de forma complementaria, proporcionando un gran ahorro en el consumo de combustible o eléctrico.
Suelo frío: La misma instalación puede utilizarse para refrigerar en verano. Para ello es necesario que el grupo calefactor sea una bomba de calor, ya que estas pueden generar calor en invierno y frío en verano.
La acción de refrigerar consiste en hacer circular agua fría por el mismo circuito enterrado. Pero ahí no termina todo, ya que en verano hay mucha humedad en el ambiente y para poder enfriarlo se tiene que deshumidificar
Ventajas
- CONSUMO. Permite un ahorro de consumo que oscila entre el 10% y el 30% en comparación con los tradicionales radiadores. Si durante los meses más duros de invierno la factura del gas asciende a 60-70 euros con radiadores verticales en una vivienda de 80 metros cuadrados, en otra con suelo radiante y mismas dimensiones el importe desciende a una media de 40-50 euros mensuales. Además, la división de la instalación de tubos bajo el suelo, paredes y techo permite aislar las habitaciones que no se usan y, por tanto, reducir las facturas. Normalmente se coloca un termostato que regula la temperatura, igual que con los radiadores verticales.
- SEGURIDAD. En los hogares con niños pequeños evita que se dañen con las esquinas de los radiadores verticales y que se puedan quemar. Además, los circuitos del suelo radiante comienzan y finalizan en los colectores colocados por encima del suelo. No hay empalmes y la calidad del tubo de polietileno garantiza la ausencia de averías.
- UNIFORMIDAD Y CONFORT. El calor que se crea con este sistema es uniforme en toda la casa, lo que crea una agradable sensación de confort. No se reseca el ambiente, de ahí que se recomiende en hospitales, guarderías y residencias de ancianos.
- TEMPERATURA. Con el suelo radiante la temperatura es de alrededor de 22º, lo que permite que se mantengan la cabeza fría y los pies calientes, evitando posibles abotargamientos y dolores de cabeza. Los expertos aseguran que este calor es más sano.
- ESPACIO. La ventaja de que se instale la calefacción debajo del pavimento permite aprovechar todos los espacios de los ambientes para colocar un mayor número de muebles.
- LIMPIEZA. Es más limpia que el sistema tradicional de radiadores: en éstos se acumula el polvo y en algunos casos salen manchas negras en las paredes.
- ESTÉTICA. No hay radiadores ni acumuladores en las paredes, ni estufas en los rincones más disimulados.